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PANTEÓN EN ESPINARDO

Espinardo, 2006

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La muerte inspira en los vivos una mezcla entre miedo y misterio. Morir es una transición entre este mundo y otros que nadie conoce. La tumba es el lugar donde esta transición tiene lugar. De acuerdo esta situación  las tumbas deberían estar cerradas para siempre, pues albergan misterios que no den . Son construcciones cuyas puertas nunca deberían ser abiertas, no se deberían poder abrir incluso si se deseara, por su falta de manillas y cerraduras. Las puertas se insertan en los muros fundiéndose con ellos. Las entradas por tanto  son secretas  como secretos son los tránsitos que ocurren en su interior.

 

El volumen tiene dos situaciones muy diferenciadas, una seria la descrita anteriormente, en la que aparentemente es imposible entrar en la pieza.

Una vez que alguien nos descubre como entrar  lo hacemos atravesando la masa de color blanco puro  a través de las dos puertas pivotantes, con escala fuera de  referencias humanas, de lajas de vidrio cuya apariencia física nos hace dudar de que material son realmente. Esta misteriosa puerta negra, al rotar  transforma completamente la apariencia de la  pieza, estableciendo  un intensa relación entre el interior y el exterior. Ahora es fácil entrar.

En el interior no hay un único espacio determinado en el que permanecer. Lugares escondidos van apareciendo en este aparentemente espacio único. Los accesos a las tumbas deben ser descubiertos,  pues de nuevo  carecen de manillas o cerraduras, y hay que insertar los dedos en las paredes para poder acceder a ella.

 

El espacio tiene una configuración en espiral, creando una percepción de movimiento  con un  origen claro, en la planta subterránea, pero sin un final definido, casi como una metáfora de la propia muerte. Así en la planta superior, el tercer nivel, de nuevo aparece un cuarto espacio al que nos es difícil pero no imposible acceder. Los planos de vidrio, partidos en piezas muy esbeltas y no convencionales de acuerdo con la búsqueda de la falta de realidad , se  engarzan  en las piezas sólidas blancas, como si fueran vetas dentro de una rocas.

Una vez dentro y con las puertas de nuevo cerradas, desaparecen las referencias del exterior. En ese momento la referencia es vertical y se localiza en los extremadamente esbeltos espacios entre los vidrios y los muros que finalizan en piedras traslucidas que de alguna manera producen una percepción de falta de gravedad en el espacio blanco y puro que lo rodea.

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Design Credits:


Architecture and interior design by CLAVEL ARQUITECTOS


Partners in Charge: Manuel Clavel Rojo / Luis Clavel Sainz

Photography: David Frutos (BISimages)

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